domingo, 11 de junio de 2017

PERIODISMO DE VERDAD

Autor: Tony Rodríguez

DOS PAÍSES QUE NO SE QUIEREN ENTENDER

Dos países que no se quieren entender, dos pueblos que se toleran pero que no se aman como hermanos.
Ver la isla al revés es difícil, de los dos lados.  Haití siente ser el hermano mayor, el Estado Premier de la isla Babeque, Haití, Quisqueya o Saint Domingue.

El Dominicano pueblo ve a su hermano como el más pobre de la familia, el que siempre necesita y busca de comer en el patio ajeno.

El sentido común está ausente de los dos lados, no existe un plan de isla, ni pasos que coincidan hacia la meta del sentido de convivencia, ni un liderazgo racional que pueda hacer entender el beneficio de una alianza estratégica, para mejorar la institucionalidad, el intercambio comercial, el equilibrio ambiental, los controles sanitarios, el resguardo de la delincuencia y la migración ilegal.

Para hacerse graciosos ante sus respectivos pueblos, los gobernantes juegan a poses de desprecio y a regios controles fronterizos, como si a alguno de los dos esto resultase conveniente.

La lógica de un mundo globalizado no alcanza el entendimiento de los gobernantes de Haití y República Dominicana, que desconocen que las aguas de un lado se pasan al otro, que las enfermedades fitosanitarias no respetan fronteras, que las epidemias y bacterias transitan en el aire, y que el éxito parejo no hace roncha, al contrario, así el hermano acudiría al otro para hacer turismo interno y para traer buenas nuevas.

Eugenio María de Hostos planteó entre sus ideas caribeñas, que el conjunto de las Antillas se erigiera como una sola nación.  Elementos comunes existen a borbotones, la negritud, la cultura caribeña, la discrepancia a la esclavitud y a la dependencia, el repliegue de un conjunto de islas en un mismo océano y la esencia de arena, sol y playa.

TURISMO DE ISLA
La oportunidad de una oferta combinada de turismo entre República Dominicana y Haití es nada perjudicial.
La existencia de una adecuada infraestructura aeroportuaria y marítima, así como de carreteras y hoteles en el lado Este de la isla, más la exótica cultura de Haití, con sus playas exuberantes y tesoros históricos, reforzarían el producto turístico ya un tanto agotado, aunque creciente.
No tardará mucho en que la oferta turística dominicana se agote, si no renovamos el producto.  Haití, el hermano siamés, constituye una oportunidad para salvar de esta alerta el turismo RD.

JUNTOS PERO NO REBURUJADOS
Esta expresión encaja con la visión global de la isla de Toussaint y Duarte.  Haití necesita un rumbo conveniente para hacer apacible la permanencia de haitianos en su territorio.

Conviene de ambos lados acordar un plan de isla, que asegure el bienestar y la convivencia de hermanos de los dos pueblos que se formaron de la unión de tribales africanos y blanquitos ambiciosos procedentes de Europa, que asolaron a los nativos indígenas, con o sin intención de extirpar su presencia en territorio americano.

Es tiempo de asumir una visión global de isla, de integrar una agenda de metas comunes, que destierre por completo a las mafias fronterizas y los propósitos irreverentes de las clases políticas, que durante siglos han puesto a dominicanos y haitianos a caminar como el cangrejo.  



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