sábado, 23 de enero de 2016

Cuentan que Señorita Elupina mandó a Trujillo a esperar su turno para atenderlo

Sabana de la Mar.-  En este municipio costero del Este profundo de la República Dominicana, vivió una mujer ciega, a quien la comunidad le atribuye haber tenido poderes para curar a enfermos.

Sus dotes espiritualistas y su férrea fe católica, merecieron que la comunidad erigiera un templo y un museo para recordarla.

Era la década de los 30s, cuando el mar se ensañó contra la comunidad de pescadores y cultivadores de café, cacao y chinola.  Señorita Elupina oró por su pueblo para que el mar se calmara, y allí se erigieron tres cruces para testimoniar su poder.

Elupina Cordero
También cuentan en la comunidad que enterado de sus potestades, el dictador Trujillo llegó a Sabana de la Mar a visitar a Elupina.  Fue tal la sentencia de la mujer, que el generalísmo quedose quieto a esperar su turno ante la exigencia que esta le hizo.

En el encuentro, la ciega le dijo al dictador que se cuidara de su entorno, porque iba a ser traicionado por gente cercana a su gobierno.

La vigencia de la Señorita Elupina en esta comunidad, distante a 17 kilómetros de Samaná por agua y perteneciente a la provincia Hato Mayor, está reflejada en el museo que conserva sus pertenencias, un busto en la iglesia, un parque y las tres cruces frente  al mar.

Monchi Capricho, merenguero popular en la década de los 80´ solía nombrarla en cada una de sus canciones.
A la comunidad asisten turistas atraídos por las historias de esta mujer, y todos los años, sabanalamarenses acuden desde todas partes del planeta a los homenajes que se realizan.


Elupina Cordero (Sabana de Mar, República Dominicana, 1 de diciembre de 1892 — 4 de junio de 1939) fue una religiosa católica muy querida por su servicio a los más necesitados y enfermos. Fue sepultada en la casa que habitaba donde más tarde se levantó una ermita convirtiendo este lugar en un museo que lleva su nombre y expone los objetos que ella utilizó en vida. También existe en la ciudad un hospital, una calle y un instituto educacional dirigido por la Iglesia Católica y administrado por las religiosas concepcionistas que lleva su nombre.


Habiendo quedado huérfana a los siete años, a los trece se quedó ciega sin haber sufrido ninguna enfermedad. Adquirió la fama de curar diversas enfermedades mediante remedios caseros, lo que hizo que la gente acudiera a ella en busca de las medicinas que preparaba en la botica que tenía en su casa. Pese a que no cobraba nada, pronto tuvo una pequeña fortuna a base de donativos, con los cuales construyó una capilla donde retirarse a orar. Murió desangrada a causa de una astilla de su bañera de madera que se le clavó en una arteria.

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