miércoles, 30 de julio de 2014

Por qué los perros se orinan en cualquier palo

Tony Rodríguez

Consultando al refranero encontré está que pone en perspectiva al perro como imitador del hombre: “No es sólo el hombre el que mea a la pared, porque el perro mea también”.

La anécdota de alguien que quise tanto como a mi padre, lo ubica en Puerto Rico a la media noche, haciéndose pipi, a puro desespero se arrimó a un poste y se deshizo del líquido.  Pero cuando disfrutaba su desahogo, llegó una patrulla y lo apresó.

-Oh, y en este país se cae preso por orinar en un palo e lú!, exclamó el inmigrante, a quien faltó poco para que lo deportaran para Quisqueya.

Como muchos ignorantes, mal educados y aventureros, que desafían el pudor para orinarse al cobijo de un poste o palo de luz, que como sífilis transmiten sus costumbres en línea familiar, el hombre es un medio animal que muchas veces se cruza del borde que lo hace humano.

Se confunde el bípedo racional, tanto que le da envidia ver como el mono se trepa en los árboles, y allá vamos hasta el cogollo para hacer descender los cocos.  Y se engendran las mañas de hacer lo que la conciencia nos cohíbe de hacer, y nos convertimos en primates.

Y como “a mono viejo no se le hace morisqueta”, simplemente nos quedamos con las mañas.

Como herencia y cultura se nos pega lo del macho.  Por eso, en el lenguaje popular encontramos expresiones machistas que se disfrazan de fábulas, como esta de alguien que quiso correr más que un canino: “Cojera de perro y lágrimas de mujer, no son de creer”.  Y se enganchó la mujer en el cuento.

El mismo macho que hace de Don Juan, le encuentra mil defectos a la mujer que es infiel.  El mismo que justifica su infidelidad argumentando que es infiel no por falta de amor sino por aburrimiento.

Pero una sola frase remedia tanto al hombre como a la mujer del defecto de la infidelidad: “Las mujeres con pasado y los hombres con futuro son las personas más interesantes”. Ven cómo evolucionamos, y enmendamos los pecados.


Y como todo esto comenzó por orinarse de un palo, el buey no se queda fuera del fraseario ni el malapaga tampoco: “Acertó a mear el buey en la calabaza”.  Parece que lo ligó todo y como el que debe paga o pone la excusa del mala pago “El deber y no pagar es tan antiguo como mear”.

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