domingo, 25 de septiembre de 2011
SI BOSCH ESTUVIERA SENTADO EN EL PALCO DE LA DEMOCRACIA, MUCHOS FUERAN LOS CENSURADOS
Por Tony Rodríguez //
A 48 años de haberse perpetrado el golpe de Estado contra el gobierno constitucional de Juan Emilio Bosch, la sociedad dominicana no ha curado sus heridas ni comprendido al hombre de elevadas ideas y firme carácter.
Si Bosch estuviera sentado el palco de la actual democracia, muchos fueran los censurados por sus actuaciones impudorosas, por mentirle al país alegando ser seguidores del mentor de los hijos de Machepa.
Ni adelantando cuatro décadas a la sociedad dominicana y al mundo, serían bendecidas por el líder que encarnó la democracia y el perdón, el cambio sin violencia y el borrón y cuenta nueva, en los tiempos en que la sociedad empujaba al destierro a los dictadores y buscaba el camino hacia la libertad, la democracia y la institucionalidad.
Vivos están y bien resguardados por descendientes, aquellos que no abandonaron nunca el sentir trujillista, el oprobio social, el silencio cómplice en perjuicio de los huérfanos y las viudas que dejó la dictadura.
Prevalecen las heridas en el tiempo, y aun perdonando, los recuerdos desbordan de sangre y de tortura, a aquellos que cifraron esperanzas en que la sangre y el dolor de sus deudos iba a derramar en progreso, en armonía, en democracia, en libertad, en justicia social, para los dominicanos y dominicanas de generaciones posteriores a la dictadura.
El tiempo se ha ocupado de dar razón a Juan Bosch, y de despojar a los inmorales, charlatanes, corruptos y tramposos que hoy atentan contra el patrimonio estatal, y están dispuestos a todo, para continuar succionando el líquido perlático de la res pública.
Bosch desde el palco, hoy fuera un gran opositor a quienes traicionan la moral, la honestidad, el camino correcto que debe llevar la sociedad dominicana. La inequidad nada tiene que ver con la crisis global, ni la corrupción, ni la impunidad, ni el afán desmedido de conservar el poder a cualquier precio y por cualquier vía.
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