lunes, 14 de noviembre de 2011
EN BURRO, como en los viejos tiempos
Santiago.- Como en aquellos primeros tiempos del comercio, pregonando verduras y mieles, atravesada por el tiempo de las tecnologías y la velocidad, a pasitos de su fiel asno, recorriendo ciudad y campo, anda la marchanta.
Rehuye al lente, endurece su rostro, trata de cobrar por ser parte del espectáculo, apresura la marcha, entre bocinas y ruedas que presionan para avanzar por los caminos asfaltados.
Ajena a la crisis que embarga a todo el planeta, ella se ocupa de cumplir su meta del día, venderlo todo, para regresar al bohío. Así de día en día, exponiendo su rostro al sol que dora y corroe su piel, marcha la marchanta, a cumplir su meta, haciendo de sí misma una estampa que se niega a abandonar la ciudad.
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