Los que pasamos de los cincuenta debemos recordar con nostalgia el comportamiento exhibido con las noviecitas que tuvimos de niños, adolescentes y jóvenes con relación a veinte años atrás y en la actualidad.
Mi segundo hijo, Abel Emilio Taveras Almonte, hoy con más de veinticinco años, un día me dijo: “papi tú parece que no tuviste novia”, después de recibir presión excesiva de mi parte por la conducta descarriada y camino equivocado que pretendió seguir con una joven de El Congo, un sector ubicado a todo lo largo de la calle España en la ciudad de Santiago de los Caballeros, República Dominicana.
Le contesté que sí había tenido y que el primer embullo había sido una niña apenas con once años y yo tenía unos trece, pero que en aquel entonces la inocencia nos hacía actuar sin malicias, pero que hoy a su edad, quince años a la sazón, él no tenía que decirle a la joven vamos a la cama, sino que ella se iba a adelantar y sería quien lo invitaría a irse y que él, mi hijo, desconocía las consecuencias de una satisfacción sin base.
La respuesta que le di no fue convincente hasta que él mismo y por su propia cuenta descubrió más tarde la verdad del peligro que se escondía detrás de mis sugerencias y que yo pude palpar porque quien estaba ciego era él. La descomposición va en aumento y sin reversa, porque una sobrina que tengo, con características de una vela apagada en vertical, le dijo a su padre, cuando apenas contaba con once años que ella quería que le aceptaran un enamorado y el padre le dijo que ella estaba muy niña, que esperara un poco más.
La misma sobrina que hoy tiene catorce años, hace unos días llamó a su padre y le dijo que se presentara a la casa porque había un joven que iba a hablar con él para que lo aceptara como su enamorado oficial; en efecto, mi cuñado llegó junto a mi hermana y allá estaba el pretendiente el cual enfrentó el padre como todo un hombre y fue confirmada la pretensión de mi sobrina, aún sin haber aprendido a darse un buen baño, como se cuecen los alimentos, la importancia del cepillado, la carrera que estudiará en la universidad; como se le cambia un pañal, se prepara la leche, se baña y se cambia de ropa de un recién nacido; pero nada, el mundo sigue su agitado curso.
1 comentario:
Saludos Eugenio, soy Ramón Anibal Ramos, quien desde Nueva York, estaba buscando algunas cosas en la red y por suerte encontré tu blog, donde me encantó, primero, la foto de las casuchas, por ser la realidad dominicana frente a las torres construidas gracias al narco y la corrupcion. Pero quiero decir que me permití copiar este trabajo tuyo para compartirlo con mis lectores.
http://ramonanibaltv.blogspot.com/2015/02/novios-de-ayer-y-novios-de-hoy-vean-lo.html
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