Por Tony Rodríguez
Las autocríticas del VIII
Congreso Norge Botello del Partido de la Liberación Dominicana, han dejado
translúcidos los cambios de estilo del liderazgo nuevo respecto al tradicional
en la organización política fundada por Juan Bosch.
Del librito y el
periodiquito que caracterizaba a los cuadros peledeístas de los 80s, los nuevos
líderes basan su protagonismo en la repartición de empleos y raciones de comida
en las comunidades. Ahora es sin teoría, solo acción, las masas reclaman
participación en el gobierno, en los planes de solidaridad y en las reparticiones
de obras.
El éxito de dirigentes
como Abel Martínez, Julio César Valentín y Fernando Rosa está relacionado a su
capacidad de resolver los reclamos de los “compañeritos”.
Líderes tradicionales
como Julián Serulle, Adalberto Rosa, Ventura Camejo, Gustavo Cabrera y otros,
quedaron atrás. Los que arrancan los
aplausos en los mítines son los que amortizan las necesidades de los coristas.
Parecería que la
transformación de un partido de cuadros a uno de masas descompuso por completo
la obra de Bosch, aunque el Comité Político que forjó el creador de “La
mañosa”, como órgano de dirección, es casi el mismo.
En Santiago, una nueva
generación ha desplazado a los viejos, y lo ha logrado con los nuevos métodos.
José Izquierdo, ex
gobernador provincial, ex director de Fonper y ex de Proindustria, logró amplio
respaldo en las bases del PLD.
Actualmente, su liderazgo se ha contraído, debido a que el gobernante
Danilo Medina no le ha dado entrada a su gobierno.
Domínguez Brito es de los
nuevos líderes. En 1997 le cayó del
cielo la Fiscalía del Distrito Nacional, cuando era un precandidato a una
diputación con remota posibilidad.
Posteriormente, fue nombrado en la Procuraduría General de la República,
en el Ministerio de Trabajo y casi se cuela como vice de Danilo, de no ser por
la imposición de Margarita.
Fernando Rosa ha basado
su estrategia en anclar en la circunscripción tres del municipio Santiago de
los Caballeros, especialmente en la denomina zona sur. Sus resultados en los procesos de los últimos
quince años han sido buenos, lo que le garantizó espacio en los gobiernos de
Leonel, siendo de las filas de Danilo Medina.
Julio César Valentín,
apenas recién salido de la Universidad, fue designado Juez de Paz y
posteriormente Fiscal de Santiago. Su
pragmatismo lo llevó a ganar una diputación en representación de la región de
mayor pobreza económica de la provincia, y mantuvo tres períodos como
representante de la Cámara Baja. Cuatro
años presidente de los diputados, líder en aplausos en los mítines peledeístas
en la provincia, hasta que optó por la Senaduría, posición que ocupa ahora,
cediéndole espacio a Abel Martínez, quien se convirtió en su sustituto en la
presidencia de la Cámara de Diputados.
Abel ha brillado con luz
propia, su trabajo político en el Congreso y en la provincia que lo acogió,
luego de emigrar de su natal Monción, lo mantiene como principal figura en el
nuevo PLD santiaguero, un partido de masas, donde se impone el “damelomío”, y
el “tigueraje”.
Monchy Rodríguez, no
logró el verdadero poder hasta la victoria de Danilo Medina en 2012. En los 12 años de Leonel fue designado en
posiciones de poca importancia. Actualmente
es director de Comedores Económicos, cargo que le permite ganar espacio en las
masas populares y titulares en los diarios de prensa. Su poder parece más emergente, no puede aún
medirse con las fuerzas de Valentín, Abel y Domínguez Brito.
Silvio Durán, fue de los
ocupó posiciones sin importancia en los gobiernos de Leonel, debido a sus
vínculos con Danilo. Ahora ocupa la Dirección de Coraasan, desde la que ejerce
cierto protagonismo, sobretodo en la prensa.
Varios que se vieron como
líderes emergentes en los gobiernos de Leonel, ahora cesantes por la
recomposición del gobierno, están en perfil bajo. Ahí están Raúl Martínez y Hamlet Otáñez,
funcionarios estrellas de la administración pasada, dejados en el rincón de los
ex, donde también están José Izquierdo, Bélgica Espaillat y otros.
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