By Tony Rodríguez/ Periodista turístico.
BUEN HOMBRE, playa y pueblo apartados del camino que conduce desde el eje troncal Duarte hacia la urbe de San Fernando de Montecristi.
Dejando a un lado el puesto militar de control fronterizo, nos adentramos hacia el ocaso de la Cordillera Septentrional, mareado por las curvas y el paisaje, atraído por el mar que saca la cara a lo lejos.
Buen Hombre es un pueblito de pescadores. Lo afirman las múltiples embarcaciones pequeñas que anclan en la playa los fines de semana.
La oferta culinaria está libre de condimentos extraños, es cien por ciento natural, y los precios de un pescado recién pescado son sumante razonables.
Es una playa a la que no acuden en masas los turistas criollos, aunque los que suelen aventurar por la zona se llevan fascinantes historias.
En la comunidad de pescadores criollos habitan también algunos extranjeros que construyeron cabañas conscientes del paraíso que ellos descubrieron.
El paisaje de mar y montañas se afianza con los botes, todos coloridos y con nombres que despiertan curiosidad.
La experiencia de visitar Buen Hombre, es como haber estado en un mundo por descubrir, más que un paraíso soñado, un encuentro con un micromundo colmado de tranquilidad, color, playa natural y gastronomía exquisita.
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