DOS PAÍSES QUE NO SE
QUIEREN ENTENDER
Dos países que no se
quieren entender, dos pueblos que se toleran pero que no se aman como hermanos.
Ver la isla al revés es difícil,
de los dos lados. Haití siente ser el
hermano mayor, el Estado Premier de la isla Babeque, Haití, Quisqueya o Saint
Domingue.
El Dominicano pueblo ve a
su hermano como el más pobre de la familia, el que siempre necesita y busca de
comer en el patio ajeno.
El sentido común está
ausente de los dos lados, no existe un plan de isla, ni pasos que coincidan
hacia la meta del sentido de convivencia, ni un liderazgo racional que pueda hacer entender el beneficio de una alianza estratégica, para mejorar la
institucionalidad, el intercambio comercial, el equilibrio ambiental, los
controles sanitarios, el resguardo de la delincuencia y la migración ilegal.
Para hacerse graciosos
ante sus respectivos pueblos, los gobernantes juegan a poses de desprecio y a
regios controles fronterizos, como si a alguno de los dos esto resultase
conveniente.
La lógica de un mundo
globalizado no alcanza el entendimiento de los gobernantes de Haití y República
Dominicana, que desconocen que las aguas de un lado se pasan al otro, que las
enfermedades fitosanitarias no respetan fronteras, que las epidemias y
bacterias transitan en el aire, y que el éxito parejo no hace roncha, al
contrario, así el hermano acudiría al otro para hacer turismo interno y para
traer buenas nuevas.
Eugenio María de Hostos
planteó entre sus ideas caribeñas, que el conjunto de las Antillas se erigiera
como una sola nación. Elementos comunes
existen a borbotones, la negritud, la cultura caribeña, la discrepancia a la
esclavitud y a la dependencia, el repliegue de un conjunto de islas en un mismo
océano y la esencia de arena, sol y playa.
TURISMO DE ISLA
La oportunidad de una
oferta combinada de turismo entre República Dominicana y Haití es nada
perjudicial.
La existencia de una
adecuada infraestructura aeroportuaria y marítima, así como de carreteras y
hoteles en el lado Este de la isla, más la exótica cultura de Haití, con sus
playas exuberantes y tesoros históricos, reforzarían el producto turístico ya
un tanto agotado, aunque creciente.
No tardará mucho en que
la oferta turística dominicana se agote, si no renovamos el producto. Haití, el hermano siamés, constituye una
oportunidad para salvar de esta alerta el turismo RD.
JUNTOS PERO NO
REBURUJADOS
Esta expresión encaja con
la visión global de la isla de Toussaint y Duarte. Haití necesita un rumbo conveniente para
hacer apacible la permanencia de haitianos en su territorio.
Conviene de ambos lados
acordar un plan de isla, que asegure el bienestar y la convivencia de hermanos
de los dos pueblos que se formaron de la unión de tribales africanos y
blanquitos ambiciosos procedentes de Europa, que asolaron a los nativos
indígenas, con o sin intención de extirpar su presencia en territorio
americano.
Es tiempo de asumir una
visión global de isla, de integrar una agenda de metas comunes, que destierre
por completo a las mafias fronterizas y los propósitos irreverentes de las
clases políticas, que durante siglos han puesto a dominicanos y haitianos a
caminar como el cangrejo.
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