miércoles, 28 de diciembre de 2016

CORRUPCIÓN Y DELINCUENCIA COMÚN OCUPAN LA ATENCIÓN MEDIOS REPÚBLICA DOMINICANA

Tony Rodríguez

Santiago, RD.-   Las políticas públicas y los presupuestos para seguridad ciudadana y control del delito están bajo toda clase de cuestionamientos en República Dominicana.  Los casos de corrupción a gran escala, en que se involucran funcionarios de mediano y alto nivel, militares y civiles, de los tres lustros del siglo XXI, afean la imagen internacional y preocupa en el ámbito criollo.

Casos como la compra con soborno de los aviones Super Tucano y los contratos bajo soborno con Odebrecht, son la punta del iceberg que tintan de corrupción a la clase política que gobierna desde 1996.

Período 2000-2004, gobierno del PRD que ahora es aliado al PLD.  1996, 2004, 2008, años en que se iniciaron cuatrienios bajo el mandato de Leonel Fernández y 2012-2016 vigente, bajo  el mando de Danilo Medina, son sinónimos de alto relieve en denuncias de corrupción y labor casi nula de la Justicia en lo atinente a la persecución y castigo a los corruptos.

Los gobiernos de Leonel Fernández y Danilo Medina, pese a estilos distintos en las ejecutorias del gasto, resuenan por las deficitarias políticas para enfrentar la corrupción y la delincuencia común.  Mientras, Hipólito Mejía carga el fardo de haber endosado al  Banco Central el voluminoso desfalco a bancos privados protagonizado por actores del mundo financiero que terminaron con sanciones benignas en  lujosas celdas; además del tollo y las dudosas negociaciones con los generadores eléctricos criollos y gánsteres internacionales revestidos de corporativos.

Desde Brasil y Estados Unidos han saltado al mundo procesos judiciales contra ejecutivos y firmas, especialmente brasileñas, que desencadenan en actos de condena, por las malas artes utilizadas por compañías que han ganado contratos para la venta de aviones y realización de obras de infraestructura.

La indagatoria a Embraer, fabricante de aviones brasileira, concluyó con una multa de 107 millones de dólares, tras comprobarse acciones fraudulentas.  Esta firma, vendió a República Dominicana ocho aviones del modelo Super Tucano, operación de la que se ha denunciado sobreprecio y soborno a funcionarios pertenecientes a la administración Leonel Fernández, ligados a la gestión de compra.

En Brasil, confesos corruptos del caso Odebrech, dieron cuenta de que pagaron sobornos por 92 millones de dólares a funcionarios dominicanos, para ganar el favor de contratos de obras de infraestructura, durante el período 2000-2014.
Pero no solo preocupa la ausencia de persecución y castigo a estos casos, la sociedad dominicana de hoy está cargada de estrés por la incidencia de la delincuencia armada y el raterismo.

Los presupuestos gastados en materia de prevención y persecución de la delincuencia se han vuelto un barril sin fondo, a la vez que una trinchera en la que sucumben los distintos planes que elabora, anuncian y ejecutan sin logros, los órganos destinados a salvaguardar la paz y la seguridad de la población.

La seguridad se ha convertido en un costo agregado para las empresas y para las familias.  El modelo de viviendas en que ahora viven los dominicanos es matizado por la carga de herrajes (puertas y ventadas selladas en hierro), y el temor lleva más lejos, como disponer de cámaras de videovigilancia, alarmas, guachimanes, perros y labor de guardia familiar, es decir, no dormir para estar en recelo.

El argumento de los bajos salarios de policías y militares es ajado para los medios de comunicación.  Se ha intentado formar una asociación de policías, y esto ha sido impedido por organismos oficiales que niegan el derecho a los encargados de resguardar las calles y las vidas y propiedades, a exigir mejores condiciones salariales.

En República Dominicana la visitación turística crece y mejora la educación, sectores que han estado abonados por leyes de incentivos y presupuestos privilegiados.  La salud, la vivienda, el ambiente y la seguridad ciudadana se presentan como las cenicientas en materia de atención estatal.


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