Sabana de la Mar.- En este municipio costero del Este profundo
de la República Dominicana, vivió una mujer ciega, a quien la comunidad le
atribuye haber tenido poderes para curar a enfermos.
Sus dotes espiritualistas
y su férrea fe católica, merecieron que la comunidad erigiera un templo y un
museo para recordarla.
Era la década de los 30s,
cuando el mar se ensañó contra la comunidad de pescadores y cultivadores de
café, cacao y chinola. Señorita Elupina
oró por su pueblo para que el mar se calmara, y allí se erigieron tres cruces para
testimoniar su poder.
Elupina Cordero |
También cuentan en la
comunidad que enterado de sus potestades, el dictador Trujillo llegó a Sabana
de la Mar a visitar a Elupina. Fue tal
la sentencia de la mujer, que el generalísmo quedose quieto a esperar su turno
ante la exigencia que esta le hizo.
En el encuentro, la ciega
le dijo al dictador que se cuidara de su entorno, porque iba a ser traicionado
por gente cercana a su gobierno.
La vigencia de la
Señorita Elupina en esta comunidad, distante a 17 kilómetros de Samaná por agua
y perteneciente a la provincia Hato Mayor, está reflejada en el museo que
conserva sus pertenencias, un busto en la iglesia, un parque y las tres cruces
frente al mar.
Monchi Capricho,
merenguero popular en la década de los 80´ solía nombrarla en cada una de sus
canciones.
A la comunidad asisten turistas atraídos por las historias de esta mujer, y todos los años, sabanalamarenses acuden desde todas partes del planeta a los homenajes que se realizan.
Elupina Cordero (Sabana
de Mar, República Dominicana, 1 de diciembre de 1892 — 4 de junio de 1939) fue
una religiosa católica muy querida por su servicio a los más necesitados y
enfermos. Fue sepultada en la casa que habitaba donde más tarde se levantó una
ermita convirtiendo este lugar en un museo que lleva su nombre y expone los objetos
que ella utilizó en vida. También existe en la ciudad un hospital, una calle y
un instituto educacional dirigido por la Iglesia Católica y administrado por
las religiosas concepcionistas que lleva su nombre.
Habiendo quedado huérfana
a los siete años, a los trece se quedó ciega sin haber sufrido ninguna
enfermedad. Adquirió la fama de curar diversas enfermedades mediante remedios
caseros, lo que hizo que la gente acudiera a ella en busca de las medicinas que
preparaba en la botica que tenía en su casa. Pese a que no cobraba nada, pronto
tuvo una pequeña fortuna a base de donativos, con los cuales construyó una
capilla donde retirarse a orar. Murió desangrada a causa de una astilla de su
bañera de madera que se le clavó en una arteria.
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