Por Eugenio Taveras
Vakeró dijo: “Medios digitales a las relaciones personales hacen más daño que bien”. Aunque debe pronunciarse y escribirse: “Medios digitales hacen más daño que bien a las relaciones personales”, pero nada, no se puede pedir “capa al árbol caído”, porque “de tal palo tal astilla”.
El Vakeró ese debe entender, que él y un gran número de su categoría han sido llevados a la fama por una sociedad que no entiende de principios morales, que subieron en un momento donde al mundo le ha cogido con joderse en su totalidad y ha elegido apoyar a esta partida de antisociales como sus líderes del momento, aunque las premoniciones indican que no tardará mucho en que todos nos lamentaremos, aunque ya estamos sintiendo los embates en nuestras propias narices.
Sus expresiones no distan mucho de la verdad, pero, lamentablemente, no es él la persona más indicada para pronunciar tales palabras, debido a que forma parte del conglomerado que le está haciendo más daño que bien a una sociedad inmersa en unas apetencias y gustos tan raros que todos nos estamos hundiendo, poco a poco, y parece que no nos estamos dando cuenta, y si acaso está sucediendo, tengo la impresión de que nos está gustando la forma incorrecta de nuestras actuaciones y le estamos haciendo el paralelo, cuando la verdad real es que estamos conscientes de las barbaridades que están sucediendo y que pudiendo hacer algo nos hemos convertido en sordos, mudos y ciegos.
En los últimos años, una gran mayoría de la población se ha convertido en cómplice de los desmanes que vemos alrededor y que, me da la impresión, el miedo y el terror, bajo una inminente presión psicológica, está ejerciendo una influencia nunca antes vista, pues, nos importa un pepino darlo todo con la finalidad de que no nos hagan daño, porque la expresión popular del momento es: “por suerte que no lo mataron”, como si lo correcto fuera que los atracos, iniciados en las altas instancias y copiados en el bajo mundo, formaran parte del diario vivir, donde el “sálvese quien pueda” está siendo inculcado de persona a persona, de grupo en grupo y, por qué no, de generación en generación.
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